Pedalear es bueno, pero recuperarse físicamente es vital

Un buen estado físico te ayuda, sin duda, a disfrutar mucho más tus trayectos y rutas en bici. Pero incluso estando en forma, la recuperación posterior a un esfuerzo es clave, y hay muchas cosas que puedes hacer para optimizar cada minuto después de una de esas «palizas» sobre la bici.
Si te gusta pedalear, habrá días en los que sientes especialmente el agotamiento, ya sea por la distancia recorrida, por haber circulado por un tipo de terreno que exige mayor esfuerzo, por el clima o simplemente porque tuviste una jornada pesada y tu resistencia ha flaqueado.
El entrenamiento y la buena alimentación son dos aliados imprescindibles a la hora de cuidar tu físico y disfrutar de tus viajes en bici sin sufrir consecuencias indeseadas.
Cada vez más, las dietas saludables, los estudios biomecánicos y los ejercicios de recuperación están entre las prioridades de un ciclista con plena conciencia de que el cuidado de la salud es vital para mejorar la experiencia.
Mediante el entrenamiento se somete a estrés al cuerpo, y con el descanso posterior se produce la adaptación fisiológica que conduce a una mejora del estado físico. Pero no tienes que aumentar las demandas de entrenamiento más rápido de lo que tu cuerpo tarda en adaptarse a las exigencias que le plantees. Un exceso en las cargas de entrenamiento puede provocar una molesta fatiga permanente, conocida, precisamente, como “sobre-entrenamiento”.
Fase de recuperación
La fase de recuperación es tan importante como la del entrenamiento: una alimentación saludable y un buen descanso evitan declives en el rendimiento físico posterior. Y esta fase empieza con lo que se llama “ventana metabólica”, el periodo post entrenamiento en el cual tu organismo se encuentra receptivo a la asimilación de nutrientes.
En los 45 minutos que siguen a la actividad física es bueno incorporar proteínas, carbohidratos o minerales que colaboran con la recuperación muscular. Los alimentos de absorción rápida siempre ayudan al sistema digestivo: fruta, pan, zumos, galletas, barritas, cereales, arroz, patatas, mermeladas, uvas pasas… También es sano incluir alimentos con proteínas de alta calidad biológica (leche de vaca o de soja, queso, pavo, jamón, yogur, huevos) para reparar daños y cansancio muscular y formar nuevas fibras.
Se han puesto de moda los “recovery shakes”, batidos de distintos sabores que se consiguen en polvo para mezclar con agua o leche. Las barritas energéticas son otra buena opción si prefieres ingerir algo más sólido al terminar la actividad física. Llevan proteínas, carbohidratos y minerales.
También está en boga la recuperación activa (“active recovery”), que consiste en volver a activar ligeramente la musculatura haciendo ejercicios a baja intensidad y de corta duración. En este caso, no debes superar la hora y media de actividad y tiene que vigilar que las pulsaciones se mantengan en el 65% (como mucho) de tu capacidad máxima.
¿Qué hacemos con los dolores?
Lidiar con el dolor y la pesadez de las piernas es uno de los mayores inconvenientes del entrenamiento de los ciclistas. Si bien hay muchas opiniones en torno a cuáles son las mejores estrategias de recuperación, hay algunas en las que prácticamente todos los expertos están de acuerdo.
Poner las piernas en alto, apoyadas en una pared, ayuda a mejorar el retorno sanguíneo y a aliviar esa sensación de pesadez. También es recomendable utilizar medias compresivas que mejoran la circulación. Los baños de contraste (con cambios de temperatura del agua) son ideales también para la circulación y realmente te ayudan a mejorar rápidamente.
Si logras dormir con las piernas ligeramente inclinadas después de un gran esfuerzo en la bici, verás cómo se alivia la sensación de pesadez cuando te despiertas. Y no olvides nunca una buena hidratación: antes, durante y después de la actividad.
Por último y si te lo puedes permitir, ponte en manos de un buen fisioterapeuta una vez a la semana o cada 15 días, los masajes son placenteros y muy eficaces para ponernos de nuevo a tope.