Qué son y cuándo usar las calas

Pueden provocar algo de inseguridad cuando las usas por primera vez, pero si te lo propones y coges práctica, las empiezas a sentir como imprescindibles. Lo que debes saber sobre las calas, que pueden aumentar notablemente tu rendimiento sobre la bicicleta.
Mejorar el rendimiento sobre la bici depende de muchísimos factores, pero los pedales automáticos, desde luego, son un básico. Resultan importantísimos para aumentar la eficiencia y la comodidad en todo tipo de desplazamientos y aunque son más comunes en el ámbito deportivo, cada vez más ciclistas urbanos optan por su uso diario.
Conocidas como “calas”, es el sistema que conecta tu calzado ciclista a los pedales mediante un mecanismo de enganche muy preciso y seguro. Aunque al principio puede provocar algún que otro susto, no te preocupes: una vez que te acostumbras, las calas no proporcionan nada más que beneficios.
En primer lugar, la eficiencia: al estar conectado de manera firme a los pedales, el ciclista puede aplicar fuerza tanto al empujar hacia abajo como al tirar hacia arriba en cada pedalada. Esto distribuye la carga de trabajo de manera más equitativa entre los músculos de las piernas, dando como resultado un entrenamiento más eficiente y potente. Después deberíamos sumar la estabilidad y la importante reducción de fatiga que supone la distribución equitativa de la fuerza y el movimiento más fluido otorgado por las calas.
Es importante saber que para cada tipo de pedal necesita una clase de cala específica y que no son recomendadas para niños y niñas. Las zapatillas de ciclismo no están pensadas para andar, mucho menos para correr y jugar.
Es interesante mencionar el concepto floating porque lo escucharás entre los especialistas cuando se hable de calas. Es un sistema que permite que el pie se mueva ligeramente durante el pedaleo sin llegar a liberarlo del pedal. El floating se clasifica en grados (de los 0º hasta los 15º, dependiendo del modelo de cala) y suele estar representado con diferentes colores.
Pedalear con calas supone una pequeña inversión. Tanto las zapatillas como los pedales son especiales y exigen una cantidad mínima de 100€. También requieren algo de mantenimiento, claro. Debes revisar el ajuste de los tornillos con cierta regularidad, mantener las calas limpias utilizando un cepillo y no guardar nunca el calzado húmedo. Evitar que los tornillos se oxiden y cuidar que nunca se pasen de rosca. No conviene mezclar pedales y calas de distintos fabricantes ni diferentes tipos de tornillos. Parecen muchas cosas a tener en cuenta, pero en definitiva es todo una cuestión de sentido común.
Otro detalle a tener en cuenta: con la poca libertad de movimientos es importante que la cala esté bien posicionada. Cuando se fija, se escucha claramente un “clac”, pero en caso de que su uso provoque molestia, hay que averiguar por qué antes de seguir utilizándolas y correr el riesgo de alguna lesión.
Las señales que podrían indicar que las calas no están bien colocadas son claras: dolor o adormecimiento del pie, sensación de pie caliente o frío, dolor en la zona interna/externa de la rodilla, dolor o molestia en la zona exterior del tobillo… Ponte en manos de un buen biomecánico que te eche un cable y te ayude en la correcta colocación de todos los elementos de tu bici, calas incluidas.