El aquaplaning, qué es y cómo evitarlo

La lluvia es siempre uno de los momentos más peligrosos durante la conducción. La falta de adherencia provoca un cambio drástico en el comportamiento de nuestro vehículo, ampliando las distancias de frenado y cambiando su tacto. En ocasiones anteriores ya hablamos de cómo evitar accidentes con lluvia y cómo hacerlo en moto, y a ello hay que sumarle otros peligros como el del aquaplaning, una situación muy común que requiere de especial atención y de la pericia suficiente para controlarla.

El exceso de agua, las altas velocidades, la presión insuficiente en los neumáticos o su dibujo desgastado, el mal drenaje del asfalto o la suciedad, son factores que pueden provocar y acelerar este proceso.

 

¿Qué es el aquaplaning?

El aquaplaning es el fenómeno producido cuando se pierde el contacto del neumático con la superficie, debido a la acumulación de agua y la imposibilidad de su evacuación, produciendo el consiguiente deslizamiento sin control. Un neumático a 100 km/h suele evacuar entre 15 y 20 litros de agua por segundo, superada esta cantidad, podemos estar en peligro de aparición del también conocido como hidroplaneo.

 

¿Cómo evitarlo?

Las condiciones meteorológicas no están de nuestra mano, por lo cual siempre debemos adaptar nuestra conducción a ellas. Con lluvia, debemos descartar los movimientos bruscos de dirección, así como las frenadas con contundencia. Dado el caso que nos ocupa, sobra decir que es fundamental llevar elementos como los neumáticos o la suspensión en perfecto estado.

En el momento en el que circulando notamos esta pérdida de adherencia debemos mantener la calma, evitando acelerar o frenar y esperando el momento de recuperar la adherencia, ya que es un fenómeno inevitable después del cual deberemos guiar el vehículo correctamente sin girar el volante en exceso.

Si circulamos por una recta, el volante se debe mantener firme y sin movimiento, soltando el acelerador de forma progresiva, mientras que en curva se debe girar lo suficiente para trazar con suavidad, evitando en ambos casos pisar el freno, lo que podría provocar una perdida de control del vehículo de consecuencias desastrosas. Si conseguimos salir del charco evitando el subviraje o el sobreviraje, podremos evitar el accidente.